La ilusión de los sentimientos

Por Miguel E. Pérez Loyda

“Los sentimientos no existen”. Pablo Fernández Christlieb

Shakespeare escribió “Duda que sean fuego las estrellas, duda que el sol se mueva, duda que la verdad sea mentira, pero no dudes jamás que te amo”. Sin embargo, sí se debe dudar en el amor que sientes por alguien o en el amor que sienten por ti. Desde la perspectiva de la Psicología Social, los sentimientos no existen. Como menciona Pablo Fernández Christlieb “Sentir no es lo que uno piensa; eso es pensar”. 

La Real Academia Española (RAE) define “sentimiento” como un estado afectivo del ánimo. Es decir, se refiere a un estado de una condición psíquica, el aviso de que algo sucede. Al parecer utilizamos el “sentir” para informar que hubo un cambio en la realidad.

Por otra parte, cuando se está hablando de sentimientos, se habla de palabras como amor, odio, alegría, desesperanza, rencor, soledad. Sin embargo, dichos fenómenos no existen debido que estas palabras son la forma de llamarle a algo que no se puede llamar de otra forma. Las personas no se refieren a sus sentimientos, sino a palabras; por esa razón al momento de querer definir qué es el amor, se nos dificulta. Tal vez por eso Octavio Paz escribió “Amor es una palabra equívoca, como todas, porque ninguna verdad permanente la sustenta”. Refiriéndose a que la semántica es la relación de las palabras con la realidad, sin embargo, existen acontecimientos afectivos que no tienen nombre se sentimiento.

Por otra parte, Pinker escribió “No hay duda de que el significado de una palabra depende de algo que está dentro de la cabeza”, pero los sentimientos precisos dependen del nombre que reciban y del discurso al que se les hace entrar al darles nombre, es decir, lo que se está sintiendo es otra cosa.

“Los pensamientos que no pueden pensar se llaman sentimientos”.

- Pablo Fernandez christlieb

Las palabras son propiedad de la sociedad, no de una persona. Si una palabra no la conoce el mundo, uno podría también no usarla porque nadie podría entenderla. Por otra parte, sentir es no saber qué. Abbagano menciona que las emociones son ideas confusas y resultan ideas distintas, dando como resultado dejar de ser afecciones. Tal vez sea esa la razón por la que para Kant los sentimientos no solo carecen de relevancia para la ética que él propone, sino que incluso entorpecen y dificultan nuestra praxis como individuos morales y autónomos.

Cabe mencionar que no se trata de argumentar que el amor no existe, sino que el nombre que se le da no es el atinado porque existen estudios relacionados a estados fisiológicos relacionados con los sentimientos; como la segregación de neurotransmisores como la dopamina, serotonina  y noradrenalina, que se relacionan a la actividad cerebral que se desencadena por la variación del medio que por consecuencia puede provocarnos cargas emocionales que pueden llegar a dar forma a los sentimientos. 

Sin embargo, si no existen los sentimientos, ¿Qué es lo que existe? En su lugar, hay una afectividad general y difusa que constituye la otra parte de la realidad, realidad que no es alcanzada por el lenguaje. Es decir, la afectividad es la parte de la realidad que no tiene nombre.

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