Lo que se siente estar Muerto

Por Esteban Loyda

 

''Si no conoces todavía la vida, ¿cómo puede ser posible conocer la muerte?''

Confucio

Bety era una mujer de 48 años, viuda desde los 24, que vivió en Estados Unidos pero debido al despido de su trabajo, decidió regresar a su país natal. Sin embargo, padecía insomnio, hiporexia, anhedonia, tristeza y ansiedad, además de ideas de culpa, desesperanza y minusvalía. En una ocasión intento suicidarse, pero según ella, “no tuvo el valor” por lo que le suministraron antidepresivos, teniendo una mejora después de un tiempo. Sin embargo Bety asistió al médico porque tenía algunos síntomas extraños.

  • Doctor – dijo Bety – Por la noche vi que un humo me salía por la boca. Al día siguiente me miré en el espejo y vi que mis ojos habían cambiado, no tenían vida. Me di cuenta que ese humo era mi alma saliendo de mi cuerpo, es una condena por haber deseado la muerte; convirtiéndome en una muerta con vida, un zombi para toda la eternidad.

Además comenzó a tener alucinaciones olfatorias y cenestésicas, percibiendo un olor a podrido que emanaba de su cuerpo y un cosquilleo bajo su piel, interpretándolo como señales de que su carne se descomponía y que los gusanos iban a romper la carne y salir por la piel. 

La ideación delirante no cedió  en absoluto. Aun al ser confrontada  mediante un examen físico en el que  se le permitió auscultar sus propios  ruidos cardiacos, la paciente se  mantuvo en la idea de que no tenía  órganos: lo que se escuchaba sería,  según ella, una demostración de la  magnitud del poder que le había  robado el alma. La ideación delirante no cedió  en absoluto. Aun al ser confrontada  mediante un examen físico en el que  se le permitió auscultar sus propios  ruidos cardiacos, la paciente se  mantuvo en la idea de que no tenía  órganos: lo que se escuchaba sería,  según ella, una demostración de la  magnitud del poder que le había  robado el alma.

¿Qué es el Síndrome de Cotard?

En 1880, Jules Cotard describió a varios pacientes que padecían un cuadro clínico descrito como síndrome de negación. Esta condición, relativamente rara, se caracteriza por la presencia de delirios nihilísticos en los cuales la persona piensa que “se encuentra muerto o que el mundo no existe”. 

El síndrome de Cotard consiste  en un evento clínico inusual, en el cual la principal característica es la presencia de un delirio nihilístico.  Cuando se configura totalmente el  cuadro, conduce al paciente a la  negación de su propia existencia y  del mundo exterior. Ha sido descrito entre los 16 y 81 años de edad; sin embargo, la mayoría de los casos ocurren en la edad adulta media y su presencia es más frecuente en mujeres que en hombres.

El síntoma fundamental es el delirio de negación. La persona considera que está perdiendo sus capacidades intelectuales y su capacidad de expresar sus sentimientos; hasta el grado de creer que nada existe, conduciéndolo a la negación de sí mismo y apartando el vínculo con la realidad. Asimismo, comienza a negar partes de su cuerpo; diciendo frases como: “solía tener un corazón, ahora tengo algo que late en su lugar” o “solía tener estómago, ahora no tengo hambre y parece que lo que como cae en un hoyo”. La idea de inmortalidad también es un síntoma de este padecimiento que, incluso, están asociada con ideas megalomaniacas; afirmando que “con sus cabezas pueden tocar las estrellas”

¿Qué pasa en el cerebro con el síndrome de Cotard?

Tal vez al leer lo anterior puede que se de a entender que aquellas personas con este síndrome no tiene cerebro o simplemente se les pudrió; sin embrago, no es así. Estudios reportan que pacientes con síndrome de Cotard pueden haber reducido el flujo de información de las cortezas sensoriales a las zonas límbico-emocionales debido al procesamiento afectivo anormal de experiencias perceptivas. Otra hipótesis complementaria está relacionada con un desequilibrio de la corteza cingulada anterior izquierda y derecha, que puede conducir a la falta o el exceso de sentimientos de familiaridad de una percepción. Asimismo, si se produce la desconexión entre la corteza de reconocimiento facial y el sistema límbico, el síndrome de Capgras sería la expresión clínica, pero si todas las áreas sensoriales están desconectadas del sistema límbico, puede aparecer el síndrome de Cotard.

Un paciente con hipoemocionalidad visual secundaria a lesiones occipitotemporal bilaterales podría parecerse a un caso de desrealización "aislado", mientras que un paciente con asomatognosia izquierda debido a una lesión frontal-parietal derecha podría parecerse a un paciente con la despersonalización. Además, estos hechos proporcionan antecedentes teóricos a la distinción entre la auto-negación y negación externa en pacientes con síndrome de Cotard.

 

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